martes, 27 de octubre de 2009

Las uvas de la ira

*Extracto del libro "Las uvas de la ira" de John Steinbeck

Los frutos de las raíces de las vides, de los árboles, deben destruirse para
mantener los precios y esto es lo más triste y lo más amargo de todo.

Cargamentos de naranjas arrojados en el suelo. La gente vino de muy lejos para
coger la fruta, pero no podía ser. ¿Cómo iban a comprar naranjas a veinte
centavos la docena si podían salir y recogerlas? Y hombres con mangueras
arrojan chorros de queroseno en las naranjas y se enfurecen ante semejante
crimen y se enfadan con la gente que ha venido a por la fruta. Un millón de
personas hambrientas, que necesitan la fruta... y el queroseno rociado sobre las
montañas doradas.

Y el olor a podrido llena el campo.

Quemar café como combustible en los barcos. Quemar maíz para
calentarse, hace un cálido fuego. Tirar patatas a los ríos y poner vigilantes a lo
largo de las orillas para evitar que la gente hambrienta las pesque. Matar a los
cerdos y enterrarlos y dejar que la putrefacción se filtre en la tierra.

Eso es un crimen que va más allá de la denuncia. Es una desgracia que el
llanto no puede simbolizar. Es un fracaso que supera todos nuestros éxitos. La
tierra fértil, las rectas hileras de árboles, los robustos troncos y la fruta madura.
Y niños agonizando de pelagra deben morir por no poderse obtener un beneficio
de una naranja. Y los forenses tienen que rellenar los certificados —murió de
desnutrición— porque la comida debe pudrirse, a la fuerza debe pudrirse.

La gente viene con redes para pescar en el río y los vigilantes se lo impiden,
vienen en coches destartalados para coger las naranjas arrojadas, pero han sido
rociadas con queroseno. Y se quedan inmóviles y ven las patatas pasar flotando,
escuchan chillar a los cerdos cuando los meten en una zanja y los cubren con cal
viva, miran las montañas de naranjas escurrirse hasta rezumar podredumbre; y
en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay
una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están
llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia.

jueves, 22 de octubre de 2009

Viento

El viento está sonando uuuuuh uuuuuuuuuuh

... como en las películas

martes, 20 de octubre de 2009

La construcción de una sociedad

*Extracto del libro "Las uvas de la Ira" de John Steinbeck

Y los grandes propietarios, los que deben ser desposeídos de su tierra por
un cataclismo, los grandes propietarios con acceso a la historia, con ojos para
leer la historia y conocer el gran hecho: cuando la propiedad se acumula en unas
pocas manos, acaba por serles arrebatada. Y el hecho que siempre acompaña:
cuando hay una mayoría de gente que tiene hambre y frío, tomará por la fuerza
lo que necesita. Y el pequeño hecho evidente que se repite a lo largo de la
historia: el único resultado de la represión es el fortalecimiento y la unión de los
reprimidos. Los grandes propietarios hicieron caso omiso de los tres gritos de la
historia. La tierra fue quedando en menos manos, aumentó el número de los
desposeídos y los propietarios dirigieron todos sus esfuerzos a la represión. El
dinero se gastó en armas, y en gasolina para mantener la vigilancia en las
enormes propiedades y se enviaron espías que recogieran las instrucciones
susurradas para la revuelta, de forma que ésta pudiera ser sofocada. La
economía en proceso de cambio fue ignorada, al igual que los planes del cambio;
y sólo se consideraron los medios para extinguir la revuelta, mientras persistían
las causas de la misma.
Se incrementó el número de tractores que dejan a la gente sin trabajo, de
líneas de transporte que acarrean las cargas, de máquinas que producen; más y
más familias corrieron por las carreteras, buscando las migajas de las grandes
propiedades, ansiando las tierras a los lados de los caminos. Los grandes
propietarios formaron asociaciones para protegerse y celebraron reuniones en las
que discutían formas de intimidación, de asesinato, de gasearles. Y siempre
temerosos de que surgiera un jefe..., trescientos mil..., si alguna vez se unen
bajo un líder..., el fin. Trescientas mil personas, hambrientas y abatidas, si
alguna vez llegan a tomar conciencia de ellos mismos, la tierra será suya. Y no
habrá gas ni rifles suficientes para detenerlos. Y los grandes propietarios, que
eran al mismo tiempo más o menos que hombres por causa de sus propiedades,
se precipitaron hacia su propia destrucción y utilizaron todos los medios que a
largo plazo se volverían contra ellos. Toda pequeña medida, todo acto de
violencia, cada una de las redadas en los Hoovervilles, cada ayudante que se
contoneaba por un campamento miserable, retrasaba un poco el día y
consolidaba la inevitabilidad de ese día.
Los hombres se acuclillaban, hombres de rostros afilados, delgados y
endurecidos por la continua resistencia contra el hambre, de ojos torvos y
mandíbulas duras. Y la tierra fértil se extendía alrededor de ellos.
¿Has oído lo del niño ese de la cuarta tienda hacia abajo?
No, acabo de llegar.
Bueno, ese crío ha estado llorando y retorciéndose en el sueño. Sus padres
pensaron que tenía lombrices, así que le dieron un purgante y se murió. El crío
tenía eso que llaman lengua negra. Viene de no comer cosas alimenticias.
Pobre criatura.
Sí. Y su familia no lo puede enterrar. Tendrá que ir al cementerio del
condado.
No, señor.
Las manos buscaron en los bolsillos y sacaron monedas pequeñas. Delante
de la tienda creció un pequeño montón de monedas de plata. Y la familia lo
encontró allí.
Nuestra gente es buena; nuestra gente es compasiva. Ruego a Dios que
algún día las gentes bondadosas no sean todas pobres. Ruego a Dios que algún
día un niño pueda comer.
Y las asociaciones de propietarios supieron que algún día las oraciones se
acabarían.
Y eso sería el fin.

sábado, 17 de octubre de 2009

Qué se puede hacer con tanta tierra!

*Extracto del libro "Las uvas de la ira" de John Steinbeck
...
Padre preguntó lentamente:
—¿No hay... no hay allí nada bueno?
—Sí, es bonito de ver, pero usted no podrá comprar nada. Si ve un naranjal
de naranjas amarillas, verá un tío con una escopeta que tiene derecho a matarle
si toca una sola. Hay uno, dueño de un periódico, cerca de la costa, que tiene un
millón de acres...
Casy levantó la mirada con presteza.
—¿Un millón de acres? ¿Qué rayos puede hacer con un millón de acres?
—No lo sé. Simplemente son suyos. Cría algo de ganado. Hay guardas por
todas partes para que la gente no entre. Viaja en un coche blindado. He visto
fotografías suyas. Es un tipo gordo y blando, con ojos perversos y la boca igual
que el agujero del culo. Tiene miedo de morir. Posee un millón de acres y tiene
miedo a morirse.
—¿Qué demonios puede hacer con un millón de acres? —exigió Casy—.
¿Para qué los quiere?
El hombre sacó del agua las manos, que se le estaban quedando blancas y
arrugadas, y las extendió, estiró el labio inferior e inclinó la cabeza sobre uno de
los hombros.
—No sé —respondió—. Debe de estar loco. Tiene que estar loco. Vi una foto
suya y tiene pinta de loco, de estar loco y de ser un mal bicho.
—¿Dice usted que tiene miedo a morir? —preguntó Casy.
—Es lo que he oído.
—¿Tiene miedo de que Dios le atrape?
—No sé. Miedo, simplemente.
—¿Qué más le da? —dijo Padre—. No parece pasarlo muy bien.
—El abuelo no tenía miedo —dijo Tom—. Cuanto mejor se lo pasaba más
cerca estaba de la muerte. Aquella vez que el abuelo y otro tropezaron con una
banda de navajos, por la noche, se lo pasaron como nunca, y al mismo tiempo
cualquiera habría dicho que estaban perdidos, que no tenían la menor
posibilidad.
—Parece que así es la cosa —dijo Casy—. A uno que se lo está pasando bien
le importa un comino, pero un tipo retorcido, solitario y viejo y decepcionado...
ese sí que tiene miedo de morir.
—¿Qué es lo que le decepciona teniendo un millón de acres? —preguntó
Padre.
El predicador sonrió y pareció confuso. Empujó salpicando con la mano un
insecto de agua que iba flotando.
—Si necesita un millón de acres para sentirse rico, me parece que es porque
en su interior se encuentra muy pobre, y si es pobre en sí mismo, no hay acres
suficientes que le vayan a hacer sentirse rico, y quizá esté decepcionado de que
no hay nada que él pueda hacer que le haga sentirse rico... rico como lo fue la
señora Wilson al ofrecer su tienda cuando murió el abuelo. No estoy intentando
predicar un sermón, pero nunca he visto a nadie que se dedicara a juntar cosas,
tan ocupado como un perro de la pradera, que no estuviera desilusionado. —
Sonrió con picardía—. Parece un sermón, ¿verdad?

miércoles, 14 de octubre de 2009

Resultados, no causas

*Extracto del libro "Las uvas de la Ira" de John Steinbeck

La tierra del oeste, nerviosa ante el cambio que se avecina. Los estados del
oeste, nerviosos igual que los caballos antes de la tormenta. Los grandes
propietarios, nerviosos, sintiendo el cambio, pero sin saber nada acerca de su
naturaleza. Los grandes propietarios, dirigiendo sus esfuerzos contra lo
inmediato, el gobierno en expansión, la creciente unidad de los trabajadores;
atacando los nuevos impuestos, los proyectos; sin darse cuenta de que estas
cosas son resultados y no causas. Resultados, no causas; resultados, no causas.
Las causas yacen en lo más hondo y son sencillas: las causas son el hambre en
un estómago, multiplicado por un millón; el hambre de una sola alma, hambre
de felicidad y un poco de seguridad, multiplicada por un millón; músculos y
mente pugnando por crecer, trabajar, crear, multiplicado por un millón. La
función última del hombre, clara y definitiva: músculos que buscan trabajar,
mentes que pugnan por crear algo más allá de la mera necesidad: esto es el
hombre. Levantar un muro, construir una casa, una presa y dejar en el muro, la
casa y la presa algo de la esencia misma del hombre y tomar para esta esencia
algo del muro, la casa, la presa: músculos endurecidos por el trabajo, mentes
ensanchadas por la asimilación de líneas nítidas y formas que fueron parte de la
concepción de la obra. Porque el hombre, a diferencia de cualquier otro ser
orgánico o inorgánico del universo, crece más allá de su trabajo, sube los
peldaños de sus conceptos, emerge por encima de sus logros. Se puede decir
que cuando las teorías cambian, se desmoronan, cuando las escuelas y las
filosofías, cuando oscuros callejones estrechos de pensamiento, nacional,
religioso, económico, crecen y se desintegran, el hombre extiende una mano,
avanza tambaleante, penosamente, a veces en dirección equivocada. Habiendo
dado un paso adelante, puede resbalar, pero sólo medio paso, nunca dará el
paso entero hacia detrás. Esto se puede decir del hombre y se sabe. Es evidente
cuando las bombas caen de los negros aviones en medio de la plaza del
mercado, cuando se ensarta a los prisioneros como si se tratara de cerdos,
cuando los cuerpos aplastados se desangran entre la suciedad y el polvo. De esta
forma se puede uno dar cuenta. Si no se diera ese paso, si el dolor de avanzar a
trompicones no fuera algo vivo, las bombas dejarían de caer estando vivos los
que las arrojan, porque cada una de las bombas es la prueba de que el espíritu
no ha muerto. Y teme el momento en que las huelgas dejen de producirse
mientras los grandes propietarios siguen vivos, porque cada pequeña huelga
aplastada es la prueba de que se ha dado el paso. Puedes saber esto: teme el
momento en que el hombre deje de sufrir y morir por un concepto, porque esta
cualidad es la base de la esencia humana, esta cualidad es el hombre mismo, y
lo que le diferencia en el conjunto del universo.

martes, 13 de octubre de 2009

Cositas ricas

Más de una vez me he referido a esas "cositas ricas" que siento a veces... pero es que aún no le encuentro explicación.

Lo que sucede es lo siguiente:
Cada vez que alguien es sinceramente amable conmigo se me produce un cosquilleo muy agradable en la parte de atrás del cuello. Así de sencillo.

Por ejemplo hoy recibí un e-mail de una amiga que veo poco contándome de su vida y preguntándome por la vida.. así porque si nomás...ahi tenía el cosquilleo.

Hace un par de días llegue a mi casa y había recibido un correo-de-verdad-no-virtual que me mandó una amiga de bélgica con postales para pegar en nuestro muro de postales... cosquilleo nuevamente.

Incluso a veces llego a sentir ese cosquilleo con cosas más banales, como por ejemplo que una promotora me ofrezca un dulce, o que el azafato del bus me ofrezca una almohada.

¿Es una rareza esto??

miércoles, 7 de octubre de 2009

Los dueños de la tierra

*Extracto de "Las uvas de la Ira" de John Steinbeck.

Los propietarios de las tierras o, con mayor frecuencia, un portavoz de los
propietarios, iban a las tierras. Llegaban en coches cerrados y palpaban el polvo
seco con los dedos, y algunas veces perforaban el suelo con grandes taladros
para analizarlo. Los arrendatarios, desde los patios castigados por el sol, miraban
inquietos mientras los coches cerrados avanzaban sobre los campos. Y al fin los
representantes de los dueños entraban en los patios y permanecían sentados en
los coches para hablar por las ventanillas. Los arrendatarios estaban un rato de
pie junto a los coches y luego se agachaban en cuclillas y cogían palitos con los
que dibujar en el polvo.

Las mujeres miraban desde las puertas abiertas y detrás de ellas los niños,
niños de cabeza de maíz, los ojos de par en par, un pie descalzo encima del otro
y los dedos de los pies en movimiento. Las mujeres y los niños miraban a los
hombres hablar con los propietarios y callaban.

Algunos portavoces eran amables porque detestaban lo que tenían que
hacer, otros estaban enfadados porque no querían ser crueles, y aun otros se
mostraban fríos, porque habían descubierto hacía ya mucho tiempo que no se
puede ser propietario si no se es frío. Y todos se sentían atrapados en algo que
les sobrepasaba. Unos despreciaban las matemáticas a las que debían obedecer,
otros tenían miedo, y aun otros adoraban las matemáticas porque podían refugiarse
en ellas de las ideas y los sentimientos. Si un banco o una compañía
financiera eran dueños de las tierras, el enviado decía: el Banco, o la Compañía,
necesita, quiere, insiste, debe recibir, como si el banco o la compañía fuera un
monstruo con capacidad para pensar y sentir, que les hubiera atrapado. Ellos no
asumían la responsabilidad por los bancos o las compañías porque eran hombres
y esclavos, mientras que los bancos eran máquinas y amos, todo al mismo
tiempo. Algunos de los enviados estaban algo orgullosos de ser los esclavos de
señores tan fríos y poderosos. Se quedaban sentados en los coches y daban
explicaciones. Sabes que la tierra es pobre. Ya has escarbado en ella lo suficiente,
Dios lo sabe.

...

Ya lo sabemos, todo eso lo sabemos. No somos nosotros, es el banco. Un
banco no es como un hombre, el propietario de cincuenta mil acres tampoco es
como un hombre: es el monstruo.

Sí, claro, gritaban los arrendatarios, pero es nuestra tierra. Nosotros la
medimos y la dividimos. Nacimos en ella, nos mataron aquí, morimos aquí.
Aunque no sea buena sigue siendo nuestra. Esto es lo que la hace nuestra:
nacer, trabajar, morir en ella. Esto es lo que da la propiedad, no un papel con
números.

Lo sentimos. No somos nosotros, es el monstruo. El banco no es como un
hombre.

Sí, pero el banco no está hecho más que de hombres.

No, estás equivocado, estás muy equivocado. El banco es algo más que
hombres. Fíjate que todos los hombres del banco detestan lo que el banco hace,
pero aún así el banco lo hace. El banco es algo más que hombres, créeme. Es el
monstruo. Los hombres lo crearon, pero no lo pueden controlar.
Los arrendatarios gritaron:
—El abuelo mató indios, Padre mató serpientes, por la tierra. Quizá nosotros
podamos matar blancos, que son peores que los indios y las serpientes. Quizá
tengamos que matar para conservar la tierra, igual que hicieron Padre y el
abuelo.

Y ahora los hombres de los propietarios se encolerizaron.
Os tendréis que ir.

Pero es nuestra, gritaron los arrendatarios. Nosotros...
No. El banco, el monstruo es el propietario. Os tenéis que ir

domingo, 4 de octubre de 2009

Video Musical: Especial Stopmotion parte II

Siguiendo con el especial de Stopmotion, vamos con 4 videos más.

El video de Thirty Three de los Smashing Pumkpins fue dirigido por Yelena Yemchuk, en su momento novia de Billy Corgan. Está realizado con la técnica Stopmotion, aunque a diferencia de otros casos no se usa la técnica para animar cosas, si no que el video es simplemente una secuencia de imágenes directamente relacionadas con las palabras que surgen en la canción. (el video termina con la imagen de la carátula del disco).


El siguiente video fue realizado por el colectivo de artistas Shynola (los mismos a cargo de los videos cortos del Kid-A de Radiohead), y es de verdad un gran trabajo de animación, tan bien hecho que incluso fue acusado de ser falso (asunto ya desmentido). Se trata del video de Strawberry Swing, de Coldplay.


Este otro video, realizado con la técnica de Stopmotion, fue dirigido por Pablo Dávila, y corresponde a la canción "No vuelvo más" de Ximena Sariñana. Video nuevecito que les traigo acá.


Para terminar un video que no está hecho entero en Stop motion, pero vale la pena mencionarlo por las partes en que las cosas se animan y tocan la música con Norah Jones y por ver a Norah Jones cantando y tocando piano disfrazada de ratón. Les dejo entonces el video de Sinkin' Soon dirigido por Ace Norton. (no puedo insertar el video, pero les dejo el enlace).